Busca el sol, no la sombra, y disfruta del brillo que torna la vida mejor.
No pierdas el entusiasmo, pues es el aliento de cada día.
Un ser sin entusiasmo no está realmente vivo, aunque respire.
Mantener esta energía es el deber de todos nosotros.
Por eso, solo mira el sol, las luces, lo bello que la vida insiste en mostrar; ignora lo oscuro, lo viejo, las cosas que deprimen y niegan la felicidad.
Si los miras, míralos con otros ojos; con ojos de quien pude resolver esto, mejorarlo y tornar aún la más fea espina en una bella rosa.
Cuando llega algo interesante es mejor ponerlo a la luz, a la exposición pública para que todos puedan ver y sentir su «amoroso abrazo» o la esperanza vivificadora que se transmite de aquí para allí como un reguero de pólvora.
Rula, rula … ruliña