Un helado por favor
En el camino hay momentos en los que se necesita parar, para tomar aire, descansar, un momento de risas, un momento de tomar un vino, una buena comida o una buena siesta.
Y, a veces, no nos parece muy oportuna ninguna de las cosas, pero nuestro cuerpo nos pide este descanso, nos pide este momento de encuentro con el otro, con los otros.
Nos da la impresión que abandonamos nuestros intereses y no somos caminantes, cuando en realidad el camino sigue presente en nosotros, porque ya no lo podemos abandonar.
A pesar de las pequeñas cosas que nos puedan ocurrir, una ligera fiebre por ejemplo, seguimos siendo caminantes, eternamente, sin otra causa que pueda apartarnos de nuestro ser. El camino ya se ha hecho presente en nosotros, es parte intrínsica, en nuestro interior, y no nos abandona nunca.
¿Entonces quieres decir que ya no nos dejará el camino emprendido? Me preguntas amig@ caminante. Y yo te respondo, NO, porque tu ya eres parte de mi porque has emprendido el camino conmigo, porque ya no puedo caminar sin tu presencia, sin tu compañía, sin tu sonrisa vivificadora, sin tus caricias suaves a pesar de que no que tus manos creas que son asperas, sin esos momentos diferentes que elevan mi espíritu, viendo el cielo o los aviones pasar, sin esos momentos inesperados de una «patada al aire», o el taconeo característico de tus pasos.
Amig@ caminante juntos formamos camino, en la vida caminantes al lado del otro esperando que el aire pase entre los dos pero que nos permita mantenernos como columnas ante el resto de la vida…
Y ahí tienes mi mano llena de fuerza para caminar hacia la realización de un proyecto común de amor y camino.
Y un helado puede ser el simbolo de la unión y el deseo de realizar el camino.
Rula, rula, … ruliña