Muchas veces me he preguntado por la dificultad, por la mayor dificultad, que tenemos los seres humanos.
Y casi siempre acabo preguntándome no solo por la dificultad, sino también por la fortaleza que tenemos. Tal vez nuestra propia fuerza sea nuestra debilidad y tal vez la oración contraria tiene sentido.
Fuerza y debilidad van parejas, cogidas de la mano como el bastón del caminante, con la ayuda de ambas, como con el bastón el camino se nos hace un poco menos empinado, un poco menos retorcido y un poco más ligero.
Recoge tu cayado y camina a mi lado y paso a paso recorremos la senda, el camino que se nos hace cada vez más llevadero.
Rula, rula … ruliña