«Pues el filosofar no parece que sea otra cosa sino buscar de palabra y llevar a cabo de obra lo que es adecuado y conveniente.» – Musonio Rufo
Esta cita de Musonio Rufo, un eminente filósofo estoico, subraya una verdad profunda sobre la práctica de la filosofía. Para los estoicos, filosofar no es un ejercicio meramente teórico, sino una forma de vida que se manifiesta en acciones y decisiones diarias que reflejan nuestros principios más profundos. Al igual que los monjes con sus túnicas o los banqueros con sus trajes, el estoico se distingue por su carácter, el cual es su verdadero «uniforme».
En un mundo donde la imagen a menudo prevalece sobre la esencia, la cita de Musonio Rufo nos recuerda la importancia de que nuestro carácter hable más fuerte que nuestra apariencia externa. «Que tu carácter sea tu declaración de principios» no es solo un llamado a la integridad personal, sino una invitación a vivir de manera coherente con nuestras creencias más arraigadas, independientemente de las circunstancias externas.
Para los padres, este enfoque es especialmente significativo. En la educación de nuestros hijos, el ejemplo que damos a través de nuestro carácter es mucho más influyente que cualquier palabra o consejo que podamos ofrecer. Los niños, con su agudo sentido de observación, aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Por ello, cultivar un carácter que refleje principios de honestidad, respeto y justicia se convierte en la base de una educación sólida.
En las escuelas de padres, solemos solemos advertir que este principio estoico puede transformarse en una herramienta educativa poderosa. Al enfocarnos en desarrollar y demostrar un carácter fuerte y principios bien definidos, no solo nos convertimos en mejores modelos a seguir para nuestros hijos, sino que también les enseñamos a valorar la substancia sobre la superficialidad. Este enfoque ayuda a los niños a desarrollar una brújula interna robusta que los guiará a lo largo de sus vidas, permitiéndoles tomar decisiones que están en armonía con sus valores y principios más profundos.
Así como un banquero puede ser reconocido por su traje, un estoico es reconocido por su carácter. En la práctica, esto significa que los padres debemos esforzarnos por ser consistentes en nuestro comportamiento y decisiones, demostrando que nuestras acciones están alineadas con nuestros valores. Esto no solo fortalece nuestra integridad personal, sino que también enseña a nuestros hijos la importancia de vivir una vida auténtica y con principios y valores.
Al final, lo que Musonio Rufo nos enseña es que la verdadera filosofía está en la acción. No se trata de lo que decimos, sino de lo que hacemos y cómo vivimos. En la crianza de los hijos, dejar que nuestro carácter sea nuestra declaración de principios es quizás uno de los legados más duraderos y significativos que podemos ofrecer. Invito a cada padre y madre a reflexionar:
¿Qué dice tu carácter sobre ti y qué principios estás transmitiendo a través de tus acciones diarias?