Esta entrada ha sido sugerida en una sesión de orientación familiar de nuestra unidad de atención a familias.
Los profesionales con años de experiencia podemos llegar a pensar que todo ya está escrito, que todo ya esta dicho. Y de pronto en una consulta con unos padres que están transitando por la adolescencia, en este caso de una hija, te plantean la pregunta más simple: ¿Qué es la adolescencia?, ¿Cómo podemos ayudar a nuestra hija en esta etapa? ¿Cómo podemos responder a sus preguntas? Y de pronto en la consulta pasan ante tu vista multitud de documentos, de libros, de videos, de … y te dices, no, no es posible, pero lo es. Las preguntas más básicas, las emociones referidas una y otra vez, vuelven a la luz. Vamos a volver a lo más básico a retomar: la adolescencia.
Sumergirnos en el torbellino de cambios que caracteriza a la adolescencia representa un desafío no solo para los adolescentes que transitan esta etapa sino también para los padres y educadores encargados de orientarlos. Lejos de ser un simple periodo marcado por la discordia, esta fase de la vida se destaca por ser una época de vibrante crecimiento y descubrimiento personal.
La visión tradicional ha catalogado a la adolescencia como un periodo lleno de conflictos, remontándose a teorías psicológicas del siglo XX. No obstante, esta percepción está evolucionando. En la actualidad, se reconoce cada vez más como un momento crítico repleto de posibilidades, en el cual los jóvenes no solo se enfrentan a desafíos sino que también toman un rol protagónico en su propia evolución.
La adolescencia se puede describir como un delicado baile de equilibrio en el que los jóvenes comienzan a reclamar su independencia, negociando con sus progenitores los límites de su libertad. Este intercambio, aunque a veces resulta en roces cotidianos y una sensación de alejamiento emocional, es un aspecto fundamental del proceso de maduración.
La montaña rusa emocional que acompaña a la adolescencia también es digna de mención. Es una etapa marcada por una intensidad emocional en la que la felicidad, la tristeza, la inseguridad y la conciencia de uno mismo pueden alternarse de manera vertiginosa. Este flujo constante de emociones es un reflejo de los cambios profundos que se están gestando internamente.
Por otro lado, el espíritu inquieto y aventurero típico de esta etapa de la vida se manifiesta en una tendencia hacia la asunción de riesgos. Desde cuestionar las normas establecidas hasta la exploración de nuevas experiencias, estas conductas son una exploración de límites personales y una búsqueda de la identidad propia.
Para los padres, tutores y mentores, comprender estas dinámicas puede ser esclarecedor. Aceptar que la adolescencia representa un período de cambio significativo, con sus inherentes altibajos, puede facilitar el acompañamiento de este recorrido con una mayor dosis de empatía y apoyo.
Preguntas para Reflexionar:
- ¿Cómo podemos, como padres, tutores o mentores de adolescentes, transformar los conflictos con nuestros adolescentes en oportunidades para fomentar su independencia y confianza en sí mismos?
- En medio del torbellino emocional de la adolescencia, ¿Cómo podemos proporcionar un ancla de estabilidad y comprensión para nuestros jóvenes?
- Dado que los comportamientos de riesgo son más comunes durante estos años formativos, ¿Cómo podemos guiar a los adolescentes hacia la toma de decisiones seguras y saludables, respetando su necesidad de explorar y crecer?