La verdad es que la entrada de hoy iba a tener un tinte solo profesional, pero debido a diversas circunstancias personales que me han acontecido estos días he decido cambiar de rumbo. Esto se debe en parte a los comentarios recibidos sobre un tuit en el que criticaba, a mi entender, lo poco que están realizando su labor en el tema de la pandemia y la limitación de las libertades individuales que estamos padeciendo.
Estaba en mi debate interno de escribir o no escribir algo personal cuando a modo de justificación, el ínclito sujeto, me envió el dichoso “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia”. Estaba a punto de enviar una respuesta tipo salida de tono, pero en el último momento me pude tranquilizar por motivos ajenos a mi voluntad, dicho sea de paso.
Cuando empezaba a escribir la respuesta sobre el susodicho Plan, por una asociación de ideas me vino a la mente algo que yo he vivido en mi niñez.
Mi familia materna proviene de una aldea de Galicia donde todos somos, todavía a día de hoy, parientes y contraparientes. Pues bien, en esta Parroquia que forma parte de un Concello cercano a La Coruña se conservaba la costumbre de hacer reuniones “no agro da igrexia” para debatir algunas cuestiones que afectaran a los parroquianos. Había dos momentos en los que hombres y mujeres estaban casi todos en el circulo do agro: cuando se debatía algún “tema de lindes” o cuando había que hablar de los “arbitrios”, el resto del tiempo iban solo los hombres.
En esos momentos se hablaba, ¡vaya si se hablaba!, la palabra (a fala) era el argumento, incluso se intentaba llegar a las manos. En esos momentos, mi tío abuelo ejercía de juez de paz, sin serlo. Lo respetaban porque era el más leído, … siempre lo admiré como “facilitaba” la comunicación, intentaba que se llegara a acuerdos. Porque si no se llegan venían nubes negras. Alguna vez me dijo: “haiche que falar se non, non temos callos”. Se refería a que en la fiesta del Carmen la familia no se iba a juntar y no habría el plato típico de la reunión: callos.
Hablar, sobre todo cuando aquello nos compete, nos ocupa, o nos preocupa. Pero este principio parece que se ha obviado en este momento. El famoso Plan tiene en sí una serie de medidas que nos van a tocar a todos, pero no han sido puestas blanco sobre negro y tampoco nuestros parlamentarios, no han “parlamentado” sobre ello. Y sobre todo en aquello que más repercute, en nuestros arbitrios, y en cómo se los quiere utilizar.
Hecho de menos que nuestros parlamentarios hablen de verdad de lo nuestro, de lo que realmente significa la política económica que se nos viene encima. No he oído a ninguno de ningún partido hablar del impuesto verde (traducción pagaremos más todos, y no los ricos, por utilizar la energía, los carburantes, la alimentación, …) o que se beneficie más a un corredor, dejando de lado una vez más al Central. ¿Dónde están los parlamentarios de Aragón?.
Al parlamento se va a parlar, a debatir, a quedar mal con el partido, con la familia porque el bien común debe ser la máxima. Pero mientras se cumpla inexorablemente la ley de hierro de la oligarquía, mientras no haya una auténtica democracia interna en los partidos, una camarilla, un grupito, seguirá haciendo de las suyas y sin atender al bien común, nuestros parlamentarios se olvidan que hablan por todos nosotros y que su escaño depende de nosotros, es con nosotros con quienes tiene que dialogar para luego llevar nuestra voz al parlamento.
Mientras piensen que su escaño es del partido se olvidarán de los imperativos categóricos, aquellos que representan una acción por sí misma como objetivamente necesaria, sin referencia a ningún otro fin, “es el debes hacer”, en este caso hablar para convencer, para construir un nuevo relato al que nos quieren vender: para cuadrar las cuentas no solo hay que subir impuestos, a lo mejor es el momento de ver “el chocolate del loro” porque creo que “el loro ya está diabético con tanto chocolate”, se puede y se debe plantear el debate (el parlamento) sobre la eficacia y la eficiencia de algunas de las medidas, instituciones, institutos, observatorios, etc que nos hemos ido dando.
PD
Aprovecho para indicar las fórmulas del Imperativo Categórico:
Fórmula de la ley universal
- «Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal»
Fórmula de la ley de la naturaleza
- «Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza»
Fórmula del fin en si mismo:
- «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio»
Fórmula de la autonomía:
- «Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de fines»