Siempre me ha llamado la atención como los hipnotizadores consiguen introducir frases, u órdenes, complejas que achacaban realizando su función: hacer lo que ellos quieran. Porque hasta lo que se me alcanza a nadie le gusta recibir órdenes, y en algunos casos, tampoco obedecerlas.
Me han llegado a contar anécdotas graciosas sobre este tema, pero la que más me ha llamado la atención ha sido una en la que un médico, hipnotizador, tenía una paciente que cada vez que su marido le decía: «relájate», ella solía responder con un: «deja de decirme que me relaje y empieza a relajarte tu». Y parece que eso surtía unos efectos casi inmediatos en el marido.
Viene esto a cuento porque estaba leyendo un articulo sobre el discurso político y explicando algunas cuestiones ponen como ejemplo la siguiente frase:
Sé que estáis cansados de que todos os digamos «vota por mi sindicato» o «vota por mi», y de hecho yo no he venido decirlo…
No he podido volver a recordar el cómo nos venden la moto. ¿El truco?
Utilizar verbos en imperativo que el inconsciente del oyente (o del lector) obedece sin que lo advierta, porque la complejidad del mensaje así lo hace.
Por eso con los padres, especialmente los que tienen adolescentes, realizo con ellos alguna simulación (modelaje) con la utilización de verbos de «orden» para trabajar los límites y normas.
BUEN TRABAJO