Retomamos en esta entrada los axiomas de la comunicación humana, y hoy nos toca el segundo axioma:
Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional tales que el segundo clasifica al primero y es, por ende, una metacomunicación
En cualquier mensaje que producimos los seres humanos intervienen dos aspectos: el contenido que se transmite y la relación que existe entre los interlocutores, de modo que el segundo influye en el sentido del primero.
El contenido aporta el qué se dice y la relación, el cómo hay que interpretarlo.
Imaginemos que una persona se da un paseo por la Comarca de Calatayud (Zaragoza, Aragón, España) y escucha que una persona le dice a otra: «¡son cinco euros, amante!». El viajero que no tiene especialmente conocimientos del «habla» de esta parte, puede sorprenderse en el término «amante», que en este caso es un «latiguillo» que se emplea con cierta frecuencia en la tierra.
No es lo mismo esta situación que la que se produce en otras situaciones o con otras personas cuando se trata de hablar de «amante».
Pero tomemos la siguiente expresión: “¿Ya estás de vuelta?”.
Si existe una buena relación entre el emisor y el receptor se entenderá de una manera cordial para conocer, por ejemplo, la rapidez con la que el receptor ha vuelto, pero si la relación es hostíl, puede ser entendida como un fastidio, cuando no como un reproche.
En el trabajo de acompañamiento de procesos, preguntar siempre no está de más.