Como sabéis utilizo los cuentos como un recurso terapéutico en el acompañamiento de adolescentes. Aunque no lo parezca, con algunos adolescentes es un buen instrumento como trabajo de introspección.
Hoy le he contado a una adolescente que “va de chulita” según palabras de su madre, y es verdad, que como le he dicho en alguna ocasión, un “poca capulla ya eres”, por los comportamientos que me narra especialmente con otras chicas.
Me permite este trato después de un tiempo que llevamos lidiando juntos y que ha mejorado en comportamientos. Pero de vez en cuando le “sale la vena” como ella dice. Hoy estabamos un poco atascados así que he decidido contarle un cuento después de que ella me haya contado una nueva andanza. Y le he pedido que saque una moraleja de la naracción. El cuento dice:
Hace mucho tiempo, un pastor que estaba cuidando de sus ovejas de pronto descubrió un cerdo regordete en el prado donde pastaban las ovejas. En cuanto pudo lo capturó, aunque tuvo que emplear algo de maña.
El cerdo chirrió con todas sus fuerzas desde el mismo instante en que el pastor lo capturó. Pegó un fuerte chirrido, de esos que se suelen dar en San Antón. Si no lo hubieseis visto coger, podriais pensar en que lo estaba matando. Pero no era así.
Una vez capturado, y puesto a buen recaudo, al caer la tarde el pastor cargó con el gorrino y se dirigió a la carnicería de la aldea.
Las ovejas estaban muy asombradas por el exagerado comportamiento del cerdo y siguieron al pastor y al cerdo hasta la salida del pasto y lo acompañaron hasta cerca de la entrada del pueblo.
- ¿Qué te hace chillar así? – preguntó una de las ovejas -. El pastor a menudo nos atrapa para llevarnos a otro lugar. Sin embargo, por vergüenza, no hacemos un tremendo alboroto como el tuyo.
- Para vosotras todo está bien – respondió el cerdo, mientras emitía otro chillido y una patada, que si coge al pastor le hace un buen moratón -. Cuando el pastor las atrapa solo quiere la lana; pero de mí lo quiere todo, hasta los andares, dicen los humanos.
La moraleja que ella ha extraído es que solo se puede ir de valiente cuando no hay peligro (se ha puesto del lado de las ovejas). Yo le he pedido que mire también el lado del cerdo, y del pastor.