Tengo la suerte de poder contar con amigos en casi todos los sitios y con condiciones y pensamientos no solo diferentes, si no en muchos casos contarios. Diría más, en algunos casos extremadamente contrarios.
Pero ello me lleva reflexionar sobre las conversaciones que tenemos. Recientemente discutíamos tres viejos colegas sobre el tema de la desmotivación de los adolescentes, sobre todo con las dificultades que algunos se encuentran para, simplemente, salir de casa.
Entre las cuestiones que abordabamos solté una de «mis perlas»: pienso que en estos momentos la institución escolar cumple una función, entre otras, de estabulación de nuestros adolescentes.
Así, sin anestesia, a lo bruto, daba varios criterios y ejemplos. Hoy sin quererlo me he encontrado leyendo un viejo libro: Psicología Social de la Educacion de David W. Johnson de la Editorial Kapelusz, del año 1972. Me cayó del montón de libros que estoy trasladando y al recogerlo se me ocurrió hojearlo. En su págima 27 dice:
La escuela constituye un tipo especial de ente social organizado. Una organización social es un tipo de sistema social. Un sistema es un complejo de elementos en interacción mutua (Griffiths, 1965). Límites bien definidos separan el sistema de su medio, que esto aquello que se encuentra fuera del sistema.
(El subrayado es mío)
Vaya, exclamé. Si ya sé que me diréis que la escuela es un sistema abierto y que todo sistema abierto implica un flujo de energía que entra en el sistema y lo abandona, volviendo al medio. Y que dentro del sistema esa energía se transforma. Ya, lo acepto. Pero permitirme recordar que existen dos clases de entradas de energía en el sistema: una que transforma y otra que es transforamada (aquí habría que recordar a nuestro añorado Paulo Freire).
Bien, después de esto mi pregunta sigue siendo ¿qué «demonios» está pasando para que cada vez nos encontremos con alumnos, y algunos muy brillantes, acaben en tal desmotivación que dejen de asistir al centro educativo?
No me valen las respuestas simplistas: «no tienen fe en el futuro, porque vivirán peor que nosotros», «que lo tienen todo», «que estan enganchados a las maquinetas», «que la educación en tanto «dadora de titulos» ya no es instrumento de movilidad social», etc. Siempre ha habido una amplia variabilidad de conductas de los integrantes del «sistema educativo», dentro que tengamos en cuenta que para que ese sistema funcione, «con cierta eficacia», los «objetivos y la conducta de sus miembros tienen que ser relativamente estables».
Y creo, esto solo es un creo, que en estos momentos, en determinados «ambientes y lugares» de ese sistema social, lo que está primando es la «estabilidad de las conductas», es decir la estabulación.