En esta noche llena de propósitos os felicito el año que entra junto con mi buen amigo Mario, que a Dios gracias sigue gozando de muy buena SALUD (tú me entiendes, Mario).
Y os lo hago con la reflexión que me hacía esta mañana en el desayuno, y que como he considerado su profundidad, no me he resistido a ponerla en una pequeña imagen…
Pues eso, a reflexionar y como suelo decir: ¡Qué no nos vendan la moto!