Bullying ¿De qué estamos hablando? 1

La indiferencia y la negación institucional están legitimando, hoy la violencia. Quien habla así es Araceli Oñate. Directora del informe Cisneros.
Uno de cada 4 escolares sufre acoso y violencia escolar en España y de ellos, un 53% presentan indicadores graves de estrés postraumático infantil que, de no tratarse, se cronifican y llegan a producir cambios permanentes en la personalidad que llegan hasta la vida adulta. Sabemos, desde los estudios Cisneros que la violencia psicológica y social multiplica por cuatro el daño en estrés postraumático infantil y que hace a la víctima más vulnerable a futuras victimizaciones.
Sabemos que la impunidad fabrica verdaderos depredadores sociales, laborales y familiares… Terror y sensación de peligro inminente, tristeza, llanto incontenible, ataques de pánico, trastornos de ansiedad generalizada, pesadillas y recuerdos invasivos, irritabilidad crónica, anestesia emocional, evitación de lugares asociados al hecho traumático, dificultad de concentración e hipervigilancia… forman parte de la sintomatología propia del cuadro de estrés postraumático, el cuadro más frecuente y el peor identificado en las víctimas de violencia sistemática y prolongada en el tiempo.
La indefensión se aprende y es el enemigo a batir. Tenemos que romper la sensación de impotencia que produce la impunidad y exigir soluciones eficaces que permitan atajar la violencia en las aulas. La reciente reforma del Código Penal en España de 23 de Junio de 2010, que entró en vigor el 23 de Diciembre, no sólo tipifica como delito el acoso laboral, sino que abre paso a la responsabilidad penal de la persona jurídica e incrimina en el marco laboral cualquier conducta que humille al que la sufre o suponga grave ofensa a la dignidad. Pero vamos a centrarnos en el ámbito escolar y en conocer alg más sobre un fenómeno latente en nuestra sociedad.
¿Qué es el bullying?
 El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar o por su término inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia (12-13 años), siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas. El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar. Se denomina violencia escolar a cualquier acción u omisión intencional y dañina que acaece en las instalaciones escolares, en los alrededores de la escuela (pero relacionada con ella) o durante las actividades extraescolares.
La violencia escolar toma diversas formas. Puede haber violencia cruzada entre profesores y estudiantes, entre padres y profesores, entre padres y personal de admistracion y/o servicios, entre los propios alumnos, etc. A veces, sin embargo, la violencia escolar se reitera con un marcado carácter intimidatorio e implica un claro abuso de poder al ser perpetrada por un agresor más fuerte que la víctima (o así percibido por ésta). Cuando tales cosas suceden, se está en presencia de la forma característica o extrema de violencia escolar que se ha denominado acoso escolar, intimidación escolar, agresión escolar, matoneo o bullying (en inglés).
La intimidación escolar puede definirse de diferentes maneras, la más usada es la planteada por Dan Olweus (2004): «una persona es intimidada cuando es expuesta de manera repetida a lo largo del tiempo a acciones negativas por parte de otras personas y muestra dificultades para defenderse por sí mismo». En el Informe Cisneros, anteriormente citado, nos dan algunas de las formas de esa violencia escolar:

  • Llamarles motes. 
  •  No hablarle.
  •  Reírse de él cuando se equivoca.
  • Insultarle.
  • Acusarle de cosas que no ha dicho o no ha hecho. 
  • Contar mentiras sobre él. 
  • Meterse con él por su forma de ser. 
  • Burlarse de su apariencia física. 
  • No dejarle jugar con el grupo. 
  • Hacer gestos de burla o desprecio. 
  • Chillarle o gritarle. 
  • Criticarle por todo lo que hace. 
  • Imitarle para burlarse. 
  • Odiarle sin razón. 
  • Cambiar el significado de lo que dice. 
  • Pegarle collejas, puñetazos y patadas. 
  • No dejarle hablar. 
  • Esconderle cosas.
  • Ponerle en ridículo ante los demás. 
  • Tenerle manía. 
  •  Meterse con él para hacerle llorar. 
  • Decir a otros que no estén con él o que no le hablen. 
  • Meterse con él por su forma de hablar. 
  • Meterse con él por ser diferente. 
  • Robar sus cosas…. «…pero a veces, sin saber del todo por qué, el grupo de compañeros que apenas me prestaba atención reparaba en mi y se transformaba en jauría. 

Al principio empezaban a hostigarme dos o tres con bromas insultantes, zancadillas y empujones. Yo intentaba resistir pero en seguida optaba por la retirada, el error fatal de todas las victimas. A los primeros verdugos se iban uniendo otros, riendo y chillando, como convocados por un misterioso tamtam o como tiburones atraídos por la sangre. Yo echaba a correr y la jauría me perseguían gritando: «¡Gorila, gorila!». Tomado de: Savater F. Mira por donde. Autobiografía razonada. Taurus 2003. pags. 107-111

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