Recibidos desde los otros lares de este mundo, mundo
La mujer es como un árbol que, mientras más es atacada, más frutas da.
Sin embargo, a veces se deja humillar y menospreciar.
En realidad, la mujer tiene muchas cualidades y, de forma altruista, dona estas virtudes a los demás, sin pensar dos veces. Necesita aprender a valorarse.
El árbol físico no sabe que es un árbol, pero la mujer sí sabe el poder y la fuerza que posee.
Es este poder que va a llevarla hacia una nueva vida.
Al oír esta palabra, nos viene a la mente los grandes héroes.
Pero muchas veces nos olvidamos los pequeños-grandes actos de coraje que desempeñamos en el día a día. Coraje es desafiar.
Y el mayor coraje de todos es desafiar los conceptos propios de uno, los paradigmas que lentamente a lo largo de los años van siendo montados y son la jaula de un ser grandioso y amplio.
No es pelear o luchar contra otros, sino enfrentarse a si mismo, siempre equilibrando correctamente con la alegría y el buen humor.
Los corajudos no temen los cambios, sino que los quieren y hacen de todo para que sucedan.
Especialmente los cambios interiores.
Rula, rula … ruliña