El desapego
El desapego genera alegría.
No es el desapego falso y frío, sino algo cálido y amoroso.
Imáginate asistiendo una película: ves todo, pero no eres parte de lo que ves; tu decides cuando llorar o reir, cuando sufrir o disfrutar.
Al mirar el mundo alrededor nuestro, es necesario que, muchas veces, seamos solamente espectadores de una gran obra.
Es necesario decidir sobre nuestros propios sentimientos, que queremos sentir y expresar a los otros.
Naturalmente, viviremos la vida de una mejor manera.
¿Sinceridad o agresividad?
Algunas personas dicen que son sinceras, cuando en realidad están siendo agresivas.
Cuando decimos lo que pensamos sin tener en cuenta los sentimientos de los demás, nos podemos convertir en personas imprudentes, y hasta temidas.
No se trata de ser hipócrita, se trata de cuidar nuestras relaciones y, por consiguiente, a las personas.
Busca decir lo que piensas de la mejor manera posible.
Así evitarás imprudencias que muy probablemente te saldrían caras, ya que muchas veces toma años curar las heridas causadas por una sola de éstas.
Puedes ser firme, y al mismo tiempo ser respetuoso.
Pregunta, escucha y piensa antes de opinar. De este modo tendrás más elementos para expresar adecuadamente tus ideas. Es muy importante recordar que lo que uno piensa es tan sólo una opinión entre muchas, y que, precisamente por esto, es indicado no actuar como si uno fuera un exclusivo portavoz de la verdad.
No hay mérito en ser agresivo.
La vida consiste en construir puentes y no en lanzar piedras.
La vida es un camino que hacemos caminando, no trazado de palabras huecas, sino de pasos que van tejiendo una larga «corredoira»
Rula, rula … ruliña