El dolor ya es bastante doloroso por si mismo, cuando está presente.
¿Por qué habrías de querer mantenerlo vivo una vez que se ha ido, sosteniéndolo firmemente en tu recuerdo?
Una vez que has aprendido lo que el dolor tenía para enseñarte, olvídate de él.
Y en su lugar, haz espacio para recordar las alegrías.
Si alguien te ha lastimado no permitas que tu propio enojo o el deseo de devolver el daño, prolongue el dolor indefinidamente.
Perdona, déjalo ir completamente, y libérate del dolor para siempre
Sácate de encima esos dolores del pasado, y que sólo en tus recuerdos siguen vivos.
Por el simple hecho de olvidar y avanzar, te estarás librando de ellos.
Date el permiso de descubrir, por cada uno de aquellos viejos e inútiles dolores, una nueva alegría y así, poder reemplazarlos.
Verás cómo tu vida da un rápido y enérgico giro para mejor.
Rula, rula … ruliña