Juega un rol preponderante en aquello que haces, pero dedica también algo de tiempo a otras cosas.
Acostúmbrate a tomarte un respiro.
Descansa un poco. Sin escuchar otra cosa que el silencio.
Relájate, dándole prioridad a la tranquilidad. Recarga tu espíritu y re-enfoca tu mente en dirección a las cosas que consideras realmente importantes.
Lo que consigues en el exterior proviene de la fortaleza que tienes en tu interior.
Haz que esa fortaleza se mantenga saludable, en crecimiento y bien orientada.
El poder que tienes en tus manos, de crear y lograr cosas, puede funcionar en tu contra o a tu favor.
El rumbo que le des, nacido de la fuerza de tu espíritu, marcará la diferencia.
Nutre la esencia de tu ser a partir de un tiempo, y de pensamientos, resguardados del clamor de un entorno complicado y una vida ajetreada.
Luego vuelve a la cotidianeidad dando real sentido a cada uno de los instantes de esa vida.
Los tres últimos deseos de Alejandro Magno
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1 – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.
2 – Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas… ), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y…
3 – Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:
1 – Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2 – Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3 – Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
Enviado por Agustín Pimentel
Rula, rula … ruliña