no era una inocentada

Me preguntas amig@ caminante si la última entrada del blog era una inocentada. Pues no, no lo era, es el desahogo desde el finisterrae de los romanos, bueno casi el finisterrae.
De momento el lugar donde reposan los restos del gigante Gerion muerto por Hercules y donde levantó su faro para la posteridad.
Este pequeño desahogo tiene que ver con el principio de un año que se me antoja distinto o diferente, al menos… no es por el cumplimiento de los sitios de Zaragoza o esa «Expo», probablemente mas desintegradora que solidaria. No, no es eso, sino que como chiquillo con zapatos nuevos intentaremos mancharlos a la primera de cambio y a la segunda, destrozarlos de tanto caminar juntos y al paso.
Que este camino que emprendemos amig@ caminante sea fructifero, productivo y divertido, es lo único que deseo.
Y el deseo puede ser peligroso porque se puede convertir en una auntentica realidad. ¡Cosa que deseo!
Rula, rula… ruliña

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