Unas veces el camino te lleva fuera de donde tienes el corazon e intentas por todos los medios estar en los dos sitios. Quisieses tener el don de la ubiquidad y mantenerte inerte en un sitio mientras con todo tu ser quieres arrumaquearte en otra parte, meterte en el otro cuerpo que te espera anhelante.
Deseas que las horas pasen, se hagan segundos, uno detrás de otro y el día se transforme en tarde y la tarde en obscuridad para que el alba de un nuevo día aparezca lo antes posible y se convierta en un dia menos separado del cuerpo que te necesita, de la mente que te estimula, de la sonrisa anhelada.
No es morriña, ni saudade, es puro ser anhelante que en el encuentro con el otro se convierte en uno para ser un unico pensamiento y acción y sentir como el fuego de la pasión desbordada no se queda sin otro ser que uno mismo.
Rula, rula … ruliña