Estamos entrando en el otoño, y aunque todavía quedan días de septiembre nos encontramos a la puerta de un octubre que nos marcará un devenir de un año académico nuevo.
Amig@ caminante, tal vez reconozcas nuevas y viejas formas en nuestro común encuentro. Y no nos olvidamos de las maravillas que otros seres, en otras épocas nos han ido enseñando, con su trabajo, como era su mundo, un viejo mundo, que en parte, que todavía está presente en nuestro devenir histórico y que, por otra parte, no deja de ser el devenir de uno anterior al que nos muestra con todo su realismo, en las viñetas que te presento para el recuerdo, y para la actualización de tu pensamiento.
Qué las piedras del camino pueden convertirse en arte, no lo dudes por un instante. Se convierten en lo que los hombres en nuestra pobre o rica imaginación queramos que se conviertan, para muestra la imagen que acompaña este presente documento.
Los trozos de piedra, unos con otros van creando un mundo de filigranas que alcanzan más allá de nuestra corporeidad, para transcendernos en un mar de luces continuamente cambiantes, a la luz del día o en el clamor de la noche obscura para abrirse a un sin par de multicoleres resplandecientes que emanan del interior, para transformar, por enesima vez los espiritus de las piedras y de los hombres hechos argamasa y mil revueltas que se legan a un futuro de grandiosidad abiertas a la transcendencia de lo seres.
Y se conviertgen en u miles de semillas que van más allá del presente a fecundar otros campos y otras tierras. Las mil voces, los mil acentos, las miles de palabras en distintos idiomas que cantan las excelencias del gótico que se eleva al Creador.
¿Donde queda el silencio del rómanico?. Allí donde he podio sentarme a contemplar, admirar y detener por un instante mi espiritu agitado por el gotico que requeria del sosiego de un momento de placidez y vuelta al seno materno para apaciguarlo con las aguas primogenias.
Es la capilla sixtina española, es el momento del encuentro con todo el esplendor del nacimiento de lo español y de aquello que es la España Vieja ya redicha ante los invasores romanos. ¿La España Vieja?, si y no, ¡Las Españas! ¡Iberia, Iberia! HISPANIA, nuestra vieja piel de toro bautizada por los miles de peregrinos en busca de un sentido: Campus Stellae… Finisterre, el finis terrae… Quizá más cerca de lo que te imaginas, amig@ caminante, porque eres, para mi: TU…
Ah! si Prisciliano levantara la cabeza… Pero eso es otra historia que algún día te comentaré.
Rula, rula … ruliña